Sueños de Luna

Sueños de Luna - David Gómez Gil

Nacido en el barrio sevillano de Triana, ha estado unido a las letras desde pequeño cuando desarrollaba sus primeros relatos cortos. Diplomado en enfermería por la universidad de Sevilla y estudiante de la licenciatura de psicología es el menor de cuatro hermanos. Ha estado íntimamente relacionado con el deporte desde los quince años en los que acompañado de su hermano gemelo comenzó en el atletismo base, hoy día suele practicar a diario junto a un exclusivo grupo de amigos Vinculado a una de sus grandes pasiones, la historia, ha desarrollado varios estudios particulares de su ciudad, así como del esplendoroso barrio sevillano donde reside, elemento fundamental en la elaboración de su primera novela.

El gran viaje iniciático del joven Juan de Luna en busca del conocimiento, lleva al lector a descubrir la vida turbulenta y peligrosa del siglo XVI. Junto a él asistiremos a los terribles autos de fe de la siniestra Inquisición, a la injusticia arbitraria de una nobleza tiránica, a los asaltos de los desesperados que rondaban los caminos, a las penurias y vicisitudes de aquella época compleja, e incluso llegaremos hasta el Nuevo Mundo guiados por su insaciable anhelo de saber y su noble espíritu de sacrificio. Porque Juan de Luna es uno de esos personajes inolvidables que, sometido a las más terribles pruebas, logra mantener intactas su generosidad y su inocencia, a pesar de conocer en carne propia los amargos sinsabores de la tragedia. Pero no menos notables son los personajes que le guían moralmente en su peripecia vital, especialmente el entrañable Labra, cirujano-barbero, que marcará para siempre la vida del muchacho.
Asaltos, naufragios, asesinatos y una lucha constante por la vida se entremezclan con emotivos episodios de amor, entrega y amistad en un fresco histórico repleto de aventuras.

Contacto: soldebla@gmail.com




                                                 THE PIANO TUNER


Eran más de las cuatro de la tarde cuando llegué a la plaza Navona. Dí un par de vueltas y me detuve por fin al lado de un puestecillo de flores que le habían puesto el mismo nombre de la ciudad. Me senté en la acera, y dejé escapar un suspiro. No podía creerlo. Yo mismo le dije con todas mis fuerzas que me gustaría volver a verlo en ese mismo lugar, allí sentado, tan solo por el hecho de saber de su existencia. Pero no estaba. El anciano había vuelto a desaparecer, y esta vez no había restos de pan ni plumas moteadas en el suelo.
-¿Cómo estás?
Al levantar la mirada lo vi allí de pie, justo enfrente de mi, como si hubiese escuchado mis lamentos en silencio. Llevaba puesto el mismo pantalón y el mismo jersey del primer día, y su rostro reflejaba cansancio.
-¿Se acuerda de mi?
-Sólo recuerdo que me pediste que volviese aquí, y es lo que he hecho_ respondió sentándose justo a mi lado, dejando las piernas bien estiradas. Después, se inclinó un poco y recogió del suelo un pequeño trozo de madera, haciéndola girar entre sus dedos.
-Me llamo Nule. Se lo dije una vez ¿recuerda?
-Lo siento Nule, pero no suelo recordar nada. Bueno, ¿y que hace un niño como tú en esta ciudad?_ volvió a repetir como si no hubiese entendido nada de lo que le había dicho.
-¿Como puede ser? Hace unos días nos cruzamos en el patio de la casa de mis padres. Me dijo que vivía detrás de una de aquellas puertas, pero... ¿Por qué mintió?
-Nunca miento. Tan solo no recuerdo.
-Entonces... Si no las recuerda ¿Por qué me dijo que vivía allí?
-No lo sé. Quizás porque...
-Y ¿dónde vive ahora?_ lo interrumpí manteniendo en mi cabeza aquel instante. No podía dar crédito a lo que estaba oyendo.
-Vivo en aquella casa_ respondió señalándome una puerta oscura de madera donde habían colocado la bandera de Brasil.
-Pero ese edificio es el consulado de Brasil..
-No lo sabía. Entonces viviré en algún otro lado_ dijo con la mirada perdida, como si no estuviese allí. En aquel mismo instante, supe que me sería imposible hacer algo por él. Cada palabra suya, era como un desierto en su conciencia. Era como si la propia realidad hubiese decidido jugar con otras cartas diferentes. Sin saber que decir, lo miré a los ojos y esperé a que me dijese algo, pero ese momento nunca llegó. Aquel anciano, era como un extraño para el mundo, una sombra que se trasladaba de aquí para allá sin llamar la atención de los que lo rodeaban.




1 comentario:

  1. Tu libro llegó a mis manos cuando menos necesidad tenía de leer y el tiempo no me acompañaba. Pero dejándome embriagar por la aventura de Juan de Luna, descubrí un mundo real lleno de magia que quise explorar y una historia maravillosa. Desde entonces el libro está en mi biblioteca. Para cuando una segunda parte? Gracias por crear el blog para todos los que te seguimos. Un saludo

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